Las cosas son así



Quedamos en la puerta del sol
-me refiero a la de su boca-
y apareció bella y radiante, 
irremediablemente hermosa,
como una puesta de luna 
en Saturno.

Había una pareja de enamorados
en el anden de en frente
besándose de una forma imparable.
Y hablando de futúro
te dije que se parecían demasiado a nosotros.

Pero antes de la pasión hubo un comienzo,
y aquella noche te marchaste
sin un plan, sin un tal vez, sin un aplauso,
estableciendo una distancia táctica
que dejó una herida abierta en mis principios.

Nunca pronunciaste un adiós definitivo,
pero tampoco llegaste a quedarte del todo,
huías, como un revolucionariodesengañado
como su propia guerrilla,
como un poeta sin recursos
delante de un folio en blanco,
como yo, conmigo mismo.

Las cosas eran difíciles,
tu pareja, mi pasado,
aquel Madrid lleno de grietas,
pero el juego de la atracción
es la droga más dura
que existe entre dos cuerpos.
Y nos volvimos adictos.
De lo prohibido, de la traición,
de vernos sin que nadie fuera testigo,
de lo que pasaba en el fondo
de nuestro propio backstage.

Tú nunca supiste amar
como te merecías,
y yo me sentí amado
demasiadas veces sin merecerlo.

Duele tanto saber que no hubo nada
como sentir que lo hubo todo, y lo perdiste.

Efectivamente, no sabíamos
nada del amor,
pero algo estaba claro, 
tú y yo juntos,
éramos potencialmente peligrosos.

Efectivamente, no sabíamos
nada de la vida,
pero tú y yo juntos,
fuimos capaces
de aprender de cero.

Las cosas son así.
Como este poema,
como que Plutón existe,
como que te eché de menos
en todas las ciudades,
como que el cielo no tiene dueño,
como que te conozco de siempre,
como que eres madre y compañera,
como que han pasado los años
y mientras tanto,
te sigo amando. 

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